sexta-feira, 18 de maio de 2007

Vem a calhar

En el debate relativo al status legal de las parejas homosexuales unos invocan al Estado para salvaguardar la definición tradicional de matrimonio y otros para enmendarla. Ambos recurren al leviatán burocrático para imponer a la sociedad entera su concepción moral particular. Tan imbuidos están de estatismo que no aciertan a imaginar un escenario en el que las cuestiones morales se diriman sin apelar a la coerción pública, un escenario en el que puedan coexistir pacíficamente los proyectos vitales más dispares sin que haya que implorar el beneplácito gubernamental.

La discusión se halla pervertida desde un comienzo, pues fija su atención en los primeros árboles sin advertir el bosque que detrás se extiende. No se aborda la raíz del problema, a saber, la intervención del Estado.

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